Hola de nuevo!! Antes de nada quería disculparme por el abandono que ha sufrido el blog. Entre pitos y flautas lo iba dejando y dejando... y al final esto ha estado varios meses parado... En fin, espero que me perdonéis, intentaré seguir contándoos como fue nuestro viaje, con la mayor fidelidad posible.
Seguimos en el cuarto día de viaje. Es jueves, 7 de Agosto de 2008 y después de pegarnos el madrugón para ver los templos de Abu Simbel, llegamos de nuevo a Aswan, ciudad de la que os hablaré en la siguiente entrada.
Vamos camino de la Isla "Agilika", o "Agilkia", a unos 8 km al sur de Aswán. En esta isla encontramos los Templos de Philae, que fueron allí reconstruídos cuando se construyó la Alta Presa. Los trabajos empezaron en 1972 y no fueron terminados hasta 1980, teniendo la operación un coste de unos 30 millones de dólares. Estos templos estuvieron consagrados a varios dioses, pero en especial a la diosa Isis. Sus diversas partes incluyen un templo del dios Hathor, una casa de nacimiento, también llamada mamisim y dos pilones.
La historia de la isla de Philae, "La Perla del Nilo", que mantuvo el culto a la diosa Isis en plena era cristiana, se remonta hasta el año 1900 a.C.
En aquel tiempo el faraón Sestrosis I perforó un canal en el muro de granito en la primera Catarata, a fin de llevar sus tropas para poner orden en la revuelta Nubia.
Por aquel entonces, el lugar era famoso debido a la buena fertilidad de su suelo, que poblaban la isla de árboles, flores y aves, además de su prestigio como lugar mágico, bendecido por los dioses; pero sobre todo porque era la puerta de las buenas inundaciones del río sagrado.
Bien temprano en la religión egipcia, el culto a Isis hizo que Philae fuera reconocido como el mayor santuario de la divinidad femenina principal del panteón egipcio. Su culto, aún hoy secreto y minoritario (esotérico), tiene 5.000 años de vigencia.
Se podrían contar muchas más cosas acerca de este templo, como la belleza de sus columnas, o sobre la forma en que Isis tuvo que refugiarse en la isla de Philae (donde antiguamente estaban situados estos templos) para proteger y criar a su hijo, Horus. Pero creo que lo voy a dejar aquí, aunque no sin mostraros algunas fotografías más, además de un pequeño fragmento de la obra "A Thousand Milles up the Nile" (1877), de Amelia B. Edwards, en el cual podremos leer la peculiar forma de esta autora de describir estos templos.
No olvidéis que si queréis saber más, podéis consultar las páginas que os detallaré en la bibliografía, al final de esta entrada.
La historia de la isla de Philae, "La Perla del Nilo", que mantuvo el culto a la diosa Isis en plena era cristiana, se remonta hasta el año 1900 a.C.
En aquel tiempo el faraón Sestrosis I perforó un canal en el muro de granito en la primera Catarata, a fin de llevar sus tropas para poner orden en la revuelta Nubia.
Por aquel entonces, el lugar era famoso debido a la buena fertilidad de su suelo, que poblaban la isla de árboles, flores y aves, además de su prestigio como lugar mágico, bendecido por los dioses; pero sobre todo porque era la puerta de las buenas inundaciones del río sagrado.
Bien temprano en la religión egipcia, el culto a Isis hizo que Philae fuera reconocido como el mayor santuario de la divinidad femenina principal del panteón egipcio. Su culto, aún hoy secreto y minoritario (esotérico), tiene 5.000 años de vigencia.
Se podrían contar muchas más cosas acerca de este templo, como la belleza de sus columnas, o sobre la forma en que Isis tuvo que refugiarse en la isla de Philae (donde antiguamente estaban situados estos templos) para proteger y criar a su hijo, Horus. Pero creo que lo voy a dejar aquí, aunque no sin mostraros algunas fotografías más, además de un pequeño fragmento de la obra "A Thousand Milles up the Nile" (1877), de Amelia B. Edwards, en el cual podremos leer la peculiar forma de esta autora de describir estos templos.
No olvidéis que si queréis saber más, podéis consultar las páginas que os detallaré en la bibliografía, al final de esta entrada.
"... Bordeamos las escarpadas orillas y nos detuvimos cerca del pequeño y bello templo conocido como la Cama del Faraón, ese templo tantas veces pintado y fotografiado, que cada una de sus piedras, la plataforma sobre la cual se alza y las frondosas palmeras que se arraciman a su alrededor nos resultan tan familiares como la esfinge o las pirámides.
"A medida que la barca se aproximaba entre brillantes cantos rodados, esas torres esculpidas parecían elevarse cada vez más hacia el cielo. No mostraban señal alguna de deterioro o envejecimiento. Todo en ellas parecía sólido, majestuoso, perfecto. Uno se olvida por un instante de que todo ha cambiado. Si de pronto surgiese una melodía de cánticos antiguos y una procesión de sacerdotes vestidos de blanco arbolando el arco velado del dios avanzase lentamente entre las palmeras y los pilonos, no nos asombraría en absoluto".
La fachada está compuesta por 6 colosos de pie, de unos 10 m. de altura, excavados en la roca, dentro de hornacinas rectangulares. Para quien no lo sepa, se llama hornacina al hueco de planta semicircular abierto en un muro para colocar en él una urna o estatua, en este caso esto último. Se coloca orientada tanto al exterior como al interior de los edificios y cumple una función principalmente ornamental. .JPG)
